Hace calor en la blanca ciudad, la temperatura promedio del mes de setiembre ha sido de 25ºC, nada acostumbrado a eso el misti luce sin nieve y se asemeja a cualquier cerro. La negrita y yo subimos al bus, ella como buena porteña no se cansa de elogiar a su tierra Ilo, a la cual llegaremos en 4 horas. En la ruta, notamos en lontananza que el Chachani, despide nuestro viaje.
A la entrada de Moquegua, el paso obligado por el control del Senasa, esta tierra ha erradicado la mosca de la fruta, ¡enhorabuena! Pausa en el recorrido es la ciudad, paltas frescas a la vera del camino, el sol empezando a caer, pero aún quemaba. Diez minutos después, de nuevo a la carretera.
- ¡Mira, esto es lo que quería que veas!, la negrita exclamaba emocionada
- ¿Qué cosa? (el tonto acompañante dormitaba)
- Mira, esta vista
La ciudad de Ilo, en todo su largo, se desplegaba en el horizonte, justo en al terminar una curva. (me hizo redordar como se veía Valle Sagrado en Cusco, desde la última curva que bajaba de Chinchero)
4:15 pm. Terminal Flores Hnos - Ilo
- ¿Y?, adónde ahora (con la mochila en la mano)
- A mi casa, responde la negrita aún emocionada.
- Busquemos un taxi entonces (prudente acompañante)
- ¡No tonto! mi casa está a 2 cuadras
Efectivamente, tras caminar 3 calles, y siempre con el olor del mar en las narices llegamos a su casa, a conocer a los abuelos y a degustar la comida con sabor chino familiar, impregnado en cada detalle culinario.
Luego, para apuntalar el almuerzo un paseo por la plaza, muelle, glorieta y malecón. A cada paso iba reconociendo un recuerdo, una anécdota, una reminiscencia contada con ahínco y nostalgia por la negrita y su mamá. Dándome cuenta también, que todas las poblaciones costeras del Perú tienen un común denominador, la arquitectura y el mar. Casas así he visto en Pimentel, en La Punta, en Cerro Azul, en Huanchaco, Ancón.
Lo que le debo comentar al lector, es la tranquilidad de sus calles, en domingo o en lunes, la vorágine comercial que imaginaba tenía este pueblo no existe. Hay comercio es evidente, pero el movimiento se restringe a las actividades siderúrgicas, aduaneras y pesqueras, que no se notan a gran escala en el puerto.
El encuentro fue bonito, no lo voy a negar, pude darme cuenta asímismo que Ilo es una ciudad que se desarrolla gracias a la industria de Southern, que (ironías de la inversión privada) acababa de tener ciertos problemas con la población por temas de contaminación ambiental. Pero ese sábado todo había vuelto a la calma, y hasta fiesta patronal había.
Hay que acotar también que su clima es excelente. Mientras que en Lima la temperatura ese fin de semana estuvo bordeando los 15ºC, en Ilo tuvimos un radiante sol, con unos agradables 22ºC, que invitaban a refrescar el cuerpo en sus hermosas playas. En verano, me cuenta la negrita, casi "se vive" en la playa, y el deleite de las familias es pescar en sus orillas. Comprobé la riqueza y suculencia del mar ileño, primero en casa con un pescado al vapor y luego en el Varadero con sus respectivos ceviche y jalea.
Ilo, con su malecón, sus bolicheras; con el varadero y sus pelícanos; con su muelle, su plaza y catedral rústica; con sus cevicherías con vista al mar; con sus calles empinadas y su gente amable; con Ciudad Nueva y Alto Ilo; con Southern y su puerto; Con Bolivia Mar, punta de Coles y Pozo de Lisas; es un buen lugar para vivir, ¿no negrita?
Ella dice que sí.
PS: Por eso no he posteado casi una semana. Estaba en Ilo.
Tags: Ilo Moquegua puerto malecón muelle turismo playas
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